jueves, 7 de julio de 2011

Un cumpleaños más

Había pasado más de media hora y todavía no estaban todos. Carolina había estado semanas preparando el cumpleaños. Los últimos dos años habían sido una hecatombe, y estaba nerviosa por saber si su plan iba a funcionar.

Carlitos ya estaba en posición. Había comenzado a comer y tomar todo lo que pasaba por enfrente. Él era un experto difamador de historias muy reconocido en el grupo. Se dedicaba a difamar cualquier cuento para que empiece la pelea. Raquel tiraba temas uno atrás de otro para ver si lo hacía engranar. Su primo Jorge iba por la cuarta cerveza y ya planteaba temas de religión. Carla, la mayor de las hermanas tenía una remera con una leyenda activista que sabía que iba a provocar reacción en ese grupo conservador. Marga y José fueron los últimos en lelgar, infaltables en esas reuniones que terminaban en gresca generalizada.

Cuando Carolina vio que la reunión empezaba a subirse de tono, tomó su control remoto y puso en funcionamiento su adquisición: el Extractor de Discusiones. Como por arte de magia, en cuestión de segundos las discusiones se transformaron en conversaciones alegres y calmadas.

Apenas unos minutos más tarde, todos comenzaron a levantarse sonrientes saludando y diciendo que tenían que irse. No eran todavía las once y de pronto no quedaba nadie. Carolina tomo el manual del extractor y reparo en la advertencia: “Si la discusión no es muy fuerte ponga el equipo al mínimo, caso contrario los involucrados quedarán sin interés en debatir”. Su papá siempre le decía que primero lea los manuales. Otro cumpleaños fracasado, pensó Carolina.

De pronto escucho gritos. Salió al balcón. Ahí los vio. Casi a los golpes en la vereda. Estaban todos trenzados en una discusión que no pudo descifrar. Carlitos subió la vista, le guiño un ojo y le gritó: “Excelente cumpleaños, como siempre”.

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